Poema 9

Trajo el amor su cola de dolores, 
su largo rayo estático de espinas 
y cerramos los ojos porque nada, 
porque ninguna herida nos separe. 
No es culpa de tus ojos este llanto: 
tus manos no clavaron esta espada: 
no buscaron tus pies este camino: 
llegó a tu corazón la miel sombría. 
Cuando el amor como una inmensa ola 
nos estrelló contra la piedra dura, 
nos amasó con una sola harina, 
cayó el dolor sobre otro dulce rostro 
y así en la luz de la estación abierta 
se consagró la primavera herida.