Poema 6

Ésta es la casa, el mar y la bandera. 
Errábamos por otros largos muros. 
No hallábamos la puerta ni el sonido 
desde la ausencia, como desde muertos. 
Y al fin la casa abre su silencio, 
entramos a pisar el abandono, 
las ratas muertas, el adiós vacío, 
el agua que lloró en las cañerías. 
Lloró, lloró la casa noche y día, 
gimió con las arañas, entreabierta, 
se desgranó desde sus ojos negros, 
y ahora de pronto la volvemos viva, 
la poblamos y no nos reconoce: 
tiene que florecer, y no se acuerda.