Poema 26

Al golpe de la ola contra la piedra indócil 
la claridad estalla y establece su rosa 
y el círculo del mar se reduce a un racimo, 
a una sola gota de sal azul que cae. 
Oh radiante magnolia desatada en la espuma, 
magnética viajera cuya muerte florece 
y eternamente vuelve a ser y a no ser nada: 
sal rota, deslumbrante movimiento marino. 
Juntos tú y yo, amor mío, sellamos el silencio, 
mientras destruye el mar sus constantes estatuas 
y derrumba sus torres de arrebato y blancura, 
porque en la trama de estos tejidos invisibles 
del agua desbocada, de la incesante arena, 
sostenemos la única y acosada ternura.