Poema 21

Ay de mí, ay de nosotros, bien amada, 
sólo quisimos sólo amor, amarnos, 
y entre tantos dolores se dispuso 
sólo nosotros dos ser malheridos. 
Quisimos el tú y yo para nosotros, 
el tú del beso, el yo del pan secreto, 
y así era todo, eternamente simple, 
hasta que el odio entró por la ventana. 
Odian los que no amaron nuestro amor, 
ni ningún otro amor, desventurados 
como las sillas de un salón perdido, 
hasta que se enredaron en ceniza 
y el rostro amenazante que tuvieron 
se apagó en el crepúsculo apagado.